17 junio, 2007

El malhechor

El problema más grave de Cataluña en estos momentos preelectorales se llama Carod-Rovira. El grave problema Carod-Rovira lo tiene Pasqual Maragall. El muy grave problema llamado Pasqual Maragall lo tiene Rodríguez Zapatero. Y el gravísimo problema llamado Rodríguez Zapatero lo tiene el Partido Socialista Obrero Español. Tan grave es el problema del PSOE en estas vísperas de urnas, que está a punto de romperse como Partido, de aparecer como Socialista pero menos, de olvidar lo que le queda de Obrero y de que lo Español se le haga añicos en una situación de cisma.

Naturalmente, he oído la vagarosa, ambigua, etérea y estratosférica declaración de Pasqual Maragall a las cinco de la tarde, a las cinco en punto de la tarde, hora taurina de cornada y de muerte como la que a él le han dado. En este momento no sé si, en el pensamiento de Maragall, Carod-Rovira ha cometido realmente una fechoría grave al irse a pactar con los etarras, o si la culpa de todo este zipizape lo tiene la derecha, que tan hábilmente se aprovecha de todo lo relacionado con el terrorismo; o si Carod-Rovira es un ser angélico y de buena fe, torcidamente interpretado; o si el malhadado y contrahecho tripartito catalán debe pagar un precio por el error, o finalmente, si el inefable Pasqual Maragall (inefable = que no se puede explicar con palabras) intenta habitar a un tiempo mismo en la gloria de la presidencia, en el infierno de los grandes pecados y en el limbo de los inocentes gilipollas.

En Cataluña, después de las elecciones autonómicas, nació una criatura política monstruosa, coja, manca, tuerta y con joroba, y el pequeño monstruo, apenas nacido, ha hecho su primera deposición. Quiero decir que Carod-Rovira ha sido depuesto, pero sigue siendo conseller, que el pacto monstruoso sigue andando, cojo y todo, manco y todo, tuerto y todo, jorobado y todo, y que no sabemos si Zapatero ha considerado y asumido la enérgica advertencia de Felipe González y de muchos socialistas de primera magnitud, que ignoramos si Maragall ha tomado en serio los avisos de Zapatero, y si Rovira, conseller en cap o conseller capado, se mantiene dispuesto a tensar la cuerda hasta que se rompa y aparecer el 14 de marzo en las listas de Esquerra Republicana como héroe, mártir de una «derecha anticatalanista», toma nísperos.

La negociación de Carod-Rovira con los etarras (Mikel Antza y su cuadrilla) es un malhecho. Dice el Diccionario de la lengua castellana que «malhecho», en su segunda acepción, es una acción torpe o perversa, y perverso es pactar la inmunidad de Cataluña ante el terror a cambio del apoyo político al terrorismo, es decir, de la ayuda para que la banda etarra siga matando en el resto de España. Lo malo es que haya alguien que crea que eso beneficia, engrandece y enaltece a Cataluña, cuando la verdad es que la daña, la reduce y la envilece.

Lo de Carod-Rovira llueve sobre mojado porque ya intentó lo mismo hace años y es un reincidente en la fechoría. Y el reincidente en el delito y en el malhecho se llama malhechor. Y si los socialistas quieren sobrevivir como partido de alternativa en el gobierno, deben abstenerse de pactar con malhechores tan repugnantes.

ABC. 28 de enero de 2.004