23 junio, 2007

El pobre Caldera

CALDERA viene de caldo, que es cálido o caliente, y a caldo quería poner Caldera al ministro Rajoy, pero mire usted por dónde fue el propio Caldera quien salió escaldado del trance parlamentario. Alguacil alguacilado, que diría el clásico. Se calentó Caldera en eso de poner a caldo al ministro y echaba sobre él a calderadas el caldo hirviendo, sin sospechar que lo estaba arrojando sobre su propia cabeza hasta quedar escaldado, y que en todas partes cuecen habas y en la suya a calderadas. Ahora Caldera tendrá que huir del agua fría, o sea, como los gatos cuando los escaldan, y cada vez que abra la boca para poner a la oposición al baño María, le recordarán el papel falsificado. A los socialistas, Rajoy les rajó la caldera, y tendrán que pedirle otra prestada al patrón del «Prestige» o a Pedro Botero.

Vaya por delante que yo no creo que Jesús Caldera sea un falsificador de documentos. Tampoco podría ganarse la vida con ese menester, porque sus falsificaciones son tan burdas como hacer billetes de quinientos euros con papel de estraza. Más bien me parece un pardillo con demasiada prisa por llegar al gobierno y catar las mieles de la gobernación o de la gobernanza, que ahora lo dicen así en la Academia. Gobernanza es más bonito que gobernación, y además rima con esperanza, alianza, pujanza, cobranza y con panza. Lo que le ha sucedido a Caldera es que le han dado el timo de la estampita y se ha tragado el anzuelo hasta la caña.

Eso mismo cree la Momia. Haro Tecglen se pregunta que quién habrá podido falsificar el papel de la metedura de pata y exculpa a los socialistas. Deja entender que lo habrán falsificado por el lado de Rajoy, y encuentra sospechoso que el ministro tuviese tan a mano el original. Es decir, prefiere un Caldera tontaina y bobalicón a un Caldera golfante y pícaro. No sé yo lo que es peor, porque el golfo suele sacar provecho de su engaño, cosa injusta pero rentable, mientras que el tontirri, el badulaque y el mameluco tiran el estiércol por barlovento y resultan bañados por la mierda aventada. Ya se sabe que quien tira la porquería por barlovento termina emporcado, y además merece que le llamen cantamañanas, majagranzas, correlindes, ablandabrevas, robaperas, tiracantos, zampatortas, gilimursi, mamacallos, gilipollas o directamente, como dicen en mi tierra, tonto del pijo.

Lo peor de Jesús Caldera en tal peripecia parlamentaria fue el énfasis y la falta de cautela. En esos casos hay que tomar la precaución de meter la punta del dedo en el agua del baño, por ver si quema, o la punta del pie en el mar de las playas del norte, por ver si el frío corta la carne. Pero es que el pobre Caldera se metió de golpe en el agua, que abrasaba, y luego ya no ha podido salir de ella. Se emborrachó de acusaciones de falsedad, de mentir al Parlamento y de engañar a la ciudadanía, al colectivo, que dicen ellos, y resultó que quien estaba mintiendo era él. Mostraba triunfalmente desde el escaño el documento de marras, sin sospechar que el documento de marras estaba falsificado. Zapatero, avise usted al lañador, a ver qué arreglo tiene esa caldera.

ABC. 20 de diciembre de 2002

Etiquetas: ,